Se aproxima la temporada del membrillo (empieza en septiembre y dura hasta diciembre) y qué mejor idea que una receta hecha con esta rica fruta que sabe mejor en su tiempo. El membrillo es una fruta autóctona de Europa meridional y de los países a orillas del mar Caspio (bosques del Cáucaso, Persia y Armenia). El membrillo es una fruta con un escaso contenido de azúcares, y por tanto un bajo aporte calórico. Consumido en compota lleva poca azúcar, no pierde la textura con sus gránulos diminutos y se aprovecha la piel con sus propiedades. Además y sobre todo, esta receta es muy sencilla y está riquísima.
Ingredientes:
4 membrillos en trozos, sin pepitas y sin pelar
8 clavos de olor
canela en rama
zumo de medio limón
vaso de agua
1 vaso y medio de azúcar
Elaboración:
Lo primero es usar membrillos que estén tersos. La elaboración es muy fácil. Primero diluimos el azúcar en 750 CC. de agua y la volcamos en la olla rápida. añadimos una rama de canela partida por la mitad, dos tiritas delgadas de cáscara de limón y removemos bien.
Seguidamente pelamos los membrillos y los cortamos en pequeños trozos. Hay que tener cuidado porque el membrillo se oxida rápidamente. Lo suyo es que conforme lo vayamos troceando lo metamos en el agua, a la que antes le hemos echado unas gotitas de limón.
Una vez están todas las frutas, le echamos más agua a la olla hasta cubrir por completo el membrillo. Cerramos la olla y la ponemos a fuego lento, vigilando para que no se pegue. Cuando comprobemos que está tierno, tenemos el plato listo.
Este plato es aconsejable que lo preparemos con antelación porque frío está más bueno. Se puede disfrutar solo pero también con queso fresco, yogur, requesón o lo que vuestra imaginación os dicte.