Las habas frescas tienen muchas diferencias, tanto de sabor, como a nivel nutricional con las secas. Sobre todo en cuanto al valor energético, y a la cantidad de hidratos de carbono y proteínas. La temporada de las habas es la primavera, y solo dura unas dos o tres semanas. Igual que el caso de los guisantes frescos, se pueden desgranar y congelar para disfrutarlas todo el año.
Se conservan durante tres o cuatro días en la nevera y congeladas aguantan unos tres meses. Antes de congelarlas conviene escaldarlas en agua hirviendo durante unos minutos, dejarlas enfriar y congelarlas una vez frías.
Para elegir las habas hemos de fijarnos en el color – verde brillante – y en que estén suficientemente tiesas, ya que así tendremos garantizada su frescura. Si al doblarlas no se parten o si presentan manchas oscuras debemos descartarlas.
Para mí, este plato es uno de los más simples y deliciosos que se pueden tomar. No es habitual en las cartas de los restaurantes, es un plato de casa y de los que se comen solo un par de veces al año. Se pueden acompañar con unos huevos fritos de granja.
Ingredientes para 4 personas
- 1 Kg. de habas
- 1/2 Kg. de cebolla
- 1 cabeza de ajos
- Aceite de oliva virgen extra
- Sal
Elaboración
Pelar las habas y lavarlas bien bajo el chorro del grifo. En una sartén con un poco de aceite de oliva sofreímos el ajo y la cebolla finamente picadas. Cuando comiencen a dorarse añadiremos las habas desgranadas o, si son muy tiernas, solo troceadas sin descartar las vainas.
Si las habas no son tiernas: Salteamos durante unos 2 minutos e inmediatamente después las cubrimos con agua, salamos y dejamos que hierva hasta que estén tiernas. El proceso de cocción puede durar aproximadamente una hora.
Si las habas son tiernas: Freír directamente con las vainas.
Extraído del libro “La cocina tradicional en Chiclana”