“Por cierto, ¿no os pasaba que muchas de las fotos os las hacían delante del televisor? No sé si en mi caso sería premonitorio, pero es que la tele era el elemento más importante de la casa entonces […] las cosas iban bien cuando (las teles) se podían comprar, aunque
fuese a plazos. Por eso pienso que a ellas, a las muñecas flamencas se las colocaba coronando la pantalla como diciendo; ¡olé, ya tengo tele!” (Remedios Cervantes, en su blog 50 Remedios, para la revista Hola)
Salieron -salerosas, estilizadas y agitanadas- de la mente de un paisano nuestro, de Chiclana de la Frontera… Para encaramarse a los primeros aparatos de televisión de las familias españolas. Las muñecas flamencas crecieron en Chiclana. Su responsable fue Pepe Marín (nacido José Marín Verdugo el 4 de Abril de 1903), artesano y empresario, prohombre conocido en cada esquina del pueblo chiclanero. Como sus muñecas artesanales; eso sí, la evolución de sus diseños fue obra de Ana Marín, la hija. Se trataba de figuras en las que cada elemento era de vital importancia: ya fuera el talle ajustado del vestido, la mantilla, los volantes (tan dúctiles como el alambre que proporcionaba el armazón al vestido), los tacones… A posteriori se fueron introduciendo modificaciones, al compás de la evolución del arte jondo; bien recogiendo el pelo a la figura, o añadiendo complementos (desde el garboso mantón al imprescindible abanico). Sin hacerlas perder nunca la sonrisa.
La sonrisa de aquella flamenca eterna que recordaba a Lola Flores (aka La Faraona) que, por cierto, se prestó en alguna ocasión como “modelo” de la compañía fundada por Marín. La que hizo pasar a este chiclanero a la historia del juguete, del souvenir, del kitsch mismo: Muñecas Marín. Fundada en 1928, la compañía del artesano chiclanero cerró a finales de 2014. La crisis y la brutal competencia asiática terminó con la aventura iniciada por Marín en el primer tercio del siglo XX.
La empresa -dirigida en sus últimos tiempos por Ernesto Marín-llegó a dar trabajo a centenares de trabajadores (cuando fabricaba más de 300.0000 muñecas al año). Pero las copias fabricadas en China ganaron la partida, según anunciaba el informativo de la Sexta ese mismo año. La mujer andaluza que bailaba, “canalizador del éxito” de Marín (como cuenta Jesús A. Cañas en La Voz Digital), hablaría, de ahí en adelante, con acento oriental. El signo, inevitable al parecer, de los tiempos.
Un horizonte se abrió entonces para las piezas flamencas y taurinas que, donadas por la familia Marín, conforman el Museo de Muñecas Marín. Chiclana es un referente del juguete de posguerra, que puede contemplarse en el que es uno los museos más visitados en la provincia de Cádiz. Fábrica-museo que, desde la clausura de la empresa, se ha quedado como una importante colección de juguetes donde resalta la muñeca flamenca, icono cañí por excelencia. Y donde el visitante que hace turismo en Chiclana puede conocer, de primera mano, el proceso creativo de la propia firma.
Marín el emprendedor
Ernesto Marín, hijo del fundador, rememora los comienzos de su padre, que había dado sus primeros pasos como pintor (pasó por la Academia de Bellas Artes de Cádiz). A finales de los años veinte marchó a Madrid, en contra la opinión de la familia, para dedicarse a la pintura. Las dificultades comenzaron -era de origen muy humilde, y no contaba con el respaldo familiar, además-… Fue entonces cuando José Marín fabricó sus primeras muñecas de trapo y serrín para venderlas en la calle, “en plan hippie”, comenta, divertido, su hijo. Llamó la atención de los comerciantes de la Plaza Mayor en la capital que, viendo la aceptación de las muñecas, le pidieron ejemplares para venderlas. La visión de negocio hizo que el chiclanero volviese a su tierra natal para abrir la primera fábrica.
Había nacido Muñecas Marín. Una empresa profundamente chiclanera: enraizada a la villa, pese a su proyección internacional. Las muñecas flamencas de Marín viajaron, y mucho.Durante décadas, eran la prueba fehaciente que cualquier turista necesitaba al regresar a su país de origen: “sí, yo estuve en España”, parecía decir el souvenir. Aquella -muñeca junto con otras figuras en las que se especializó la firma, muy relacionada con la tauromaquia, igualmente- simbolizó un concepto que podría resumirse en lo “typical spanish” (“español típico”, en inglés).
Un hombre sencillo
Joaquín Muriano, en su libro “La Chiclana Reciente” (2014), recoge el testimonio de una de las muchas empleadas chiclaneras que tuvo Marín. Así relata las dificultades del trabajo artesanal: “[…] ¿qué es lo más difícil? Yo creo que pintar las caras, porque hay que pasar cinco veces por cada cabeza. Primero el negro de las cejas y del filo de los ojos. Luego que hay que pegar el ojo, que es como una pequeña escama blanca. ¡Hay que tener un pulso y una paciencia! Luego el azul, el rosa, el rojo de los labios… Es lo más difícil… Además, el propio Pepe Marín es el que revisa las caras pintadas… ¿El dueño? […] él está mucho en la fábrica; y habla con nosotras… Fíjate, ¡qué hombre más sencillo!”.
Aquel tipo sencillo y entrañable obtuvo un reconocimiento en forma de monumento levantado en 2010, aquí en la villa chiclanera. Obra del artista Mariano Roldán, en él se muestra una mano y una figura femenina; la idea era homenajear al propio Pepe Marín y a las numerosas mujeres trabajadoras que tuvo a su cargo. Ubicada en la plaza sobre el río Iro, fue iniciativa de la Asociación Sociocultural de la Mujer en Chiclana (Asocum). Y es que la labor femenina tuvo un peso importante en el éxito de la ya extinta empresa de Muñecas Marín.
“Adiós, muñequita linda” fue la despedida que Antonio Burgos brindó a la legendaria compañía de recuerdos y juguetes en ABC. Un artículo donde mentaba a la gran Juanita Reina cantando a las de peina y volantes, y recordaba por supuesto a Marín. El empresario y artesano, feliz de que Burgos hablase de aquellas muñequitas como “símbolo de España”, llegó a enviarle una más especial… La figura de la Virgen del Rocío que “había puesto en línea de fabricación con mucho rigor, devoción y arte”, escribió el articulista. Y es que Pepe Marín amaba tanto a sus muñecas flamencas como a su Chiclana.
Pepe Marin y Antoñita Marin amigos de mis padres viviamos enfrente 18 calle Juaquin Arboli Anita
amiga de mi hermana Paquita y mia inolvidables recuerdos
Juanita Fossi
Buenas tardes,
Por favor, estoy muy interesado en comprar alguna de las maravillosas muñecas de la Gran Lola Flores.
Podrían ayudarme en este tema.
Muchas gracias,
José María Izaguirre