María Antonia Dorronzoro la madre del pintor chiclanero Eduardo Vassallo Dorronzoro (1868 – 1932) dibujaba desde que era pequeña. Siendo ya adulta, se convirtió en pintora destacada de los círculos artísticos gaditanos a mediados del siglo XIX: existen obras suyas colgadas en la parroquia de San Antonio (Cádiz). María Antonia, como tantas familias bien de la capital, tenía casa en Chiclana de la Frontera. Aquí en la villa, en el número 14 de la calle Alcalá Galiano, trajo al mundo al pequeño Eduardo. No fue un año cualquiera, no. Eran los tiempos de La Gloriosa, la Revolución del 68 que había estallado meses antes del nacimiento del pintor. El padre de la criatura era Eduardo Vassallo O’Lawlor, primer oficial de administración civil (quien ocupaba un puesto en el Gobierno provincial, como relata aquí José Luis Aragón Panés).
La Gloriosa
España nunca estuvo tan animada como en el siglo XIX. El precedente de la Revolución del 68 conocida como La Gloriosa estaba en los gobiernos moderados apoyados por Isabel de Borbón, y los modos y prácticas dictatoriales de Narváez y González Bravo; la crisis económica de 1866 hizo el resto. Los progresistas del general Prim y los demócratas, partidarios del sufragio universal, acercaron posturas a los unionistas, que iniciaron la sublevación en Cádiz, secundada en otras zonas del país…
En Chiclana de la Frontera se formó una Junta Revolucionaria. ¿Y a quién llamaron para inmortalizar el nuevo gobierno de la villa, formado por burgueses y vinateros, principalmente? A María Antonia Dorronzoro. Pero ésta, embarazadísima como estaba de Eduardo Vassallo, no pudo aceptar tan distinguido encargo. Era el 3 de octubre, y el pintor nacería un 28 de noviembre.
El pronunciamiento militar del almirante Topete en tierras gaditanas, había contado con la connivencia del Ejército. Fue un éxito. Regresaron los exiliados, entre ellos el general Prim. La reina Isabel II y sus cortesanos serían invitados a marcharse a Francia. Se proclamó un Gobierno provisional que convocó elecciones para formar las Cortes Constituyentes. Tras la victoria de los progresistas, éstos aprobaron la Constitución democrática de 1869: liberalmente radical.
Las Cortes eligieron a la dinastía de Saboya, con fama liberal. Pero Amadeo I, hijo de Víctor Manuel II rey de la recién unificada Italia, duró en el trono dos años. El asesinato de Prim (su mayor valedor), y el frente formado por carlistas, partidarios de los Borbones y republicanos, causó una inestabilidad creciente que terminó con su abdicación. Las Cortes proclamaron la Primera República, el 11 de febrero de 1873. Siguieron acontecimientos todavía más convulsos… Los federalistas proclamaron la república cantonal, que en julio se hizo realidad en Cádiz.
Tres pintores
La República del 73 duró poco, puesto que en diciembre de 1874, el pronunciamiento del general Martínez Campos consiguió restaurar la Monarquía borbónica (en este caso, encarnada en el futuro Alfonso XII, hijo varón de la reina). Terminó así el llamado Sexenio Democrático y comenzó entonces la Restauración, una etapa de crecimiento económico y cultural en la villa chiclanera, según Aragón Panés. El pasado artístico de la ciudad tiene en esta época una deuda con tres grandes nombres: Sebastián Gessa Arias, Juan Antonio González Jiménez y, por supuesto, Vassallo Dorronzoro.
Sebastián Gessa Arias (1840 - 1918), Juan Antonio González Jiménez (1842 -1920) y algo más tarde Vassallo Dorronzoro fueron tres artistas decimonónicos que habrían de compartir un origen común: Chiclana. Mientras que Gessa Arias alcanzó una gran reputación como pintor de bodegones (“el pintor de las flores”, le llamaron), González Jiménez paseó su obra por los Salones de París, con éxitos como “La vuelta de un bautizo, en España”, lienzo galardonado en 1876; pintor de su tiempo, reflejó las urgencias finiseculares de manera vitalista. Vassallo Dorronzoro, quien nos ocupa en este momento, es del 68. Pintor que vivirá el tránsito de un siglo a otro, y que alternará su labor docente en la Escuela de Bellas Artes de Cádiz con su obra pictórica, que le convertirá en figura muy destacada de la corriente costumbrista y realista en este período. Comparte actualmente con Gessa Arias el honor de denominar las salas de exposiciones ubicadas en los equipamientos de la Casa de la Cultura y el Teatro Moderno de Chiclana.
La carrera de Vassallo Dorronzoro
Aunque nació en Chiclana, Vassallo Dorronzoro se instaló en la capital gaditana, donde montó su estudio de trabajo (después de estudiar en la Escuela de Bellas Artes de Sevilla, siguiendo los pasos de su madre). Fue en 1892, tras su período formativo en la capital hispalense, donde adquirió los conocimientos técnicos necesarios para realizar su obra. Dos años después empieza a ser reconocido, contrae matrimonio con María Dolores Parodi Rosas y alterna su vida en la capital con estancias veraniegas en Chiclana. Aquí mismo existen noticias de dos grandes lienzos destinados a la iglesia de San Juan Bautista, “actualmente en paradero desconocido”, escribe Aragón Panés.
La representación precisa de la realidad era muy apreciada en aquellos años, como prueban las palabras del académico Antonio de la Banda y Vargas, al referirse a la obra de Vassallo: “[…] sabe interpretar con exactitud fotográfica ambientes, personas y detalles”. El Museo de Cádiz exhibe “¿Quién supiera escribir” (1893), una de los ejemplos más significativos del realismo pictórico gaditano. Su carrera, sin embargo, se vería afectada por las obligaciones profesionales. Pasó por diferentes ciudades (Santiago de Compostela, Madrid, Córdoba), hasta llegar a Baeza en 1922. Allí dirigió la Escuela de Bellas Artes. Y allí murió, una década más tarde, de tuberculosis.
Su hijo, el escultor
Su hijo, Juan Luis Vassallo Parodi, tomó el testigo escultórico, en este caso. Nacido en Cádiz, un 2 de mayo de 1908, se convirtió en un escultor gaditano de enorme prestigio, realizando importantes contribuciones a la renovación de la disciplina, en su vertiente figurativa. Conocido por su Gades de 1948 (tributo a la tierra natal) y por piezas como la Teresa de Ávila que está a los pies de la monumental muralla; o por la estatua de Minerva de 1964, expuesta en el Círculo de Bellas Artes de Madrid… Protagoniza una exposición permanente en el Centro Cultural Reina Sofía gaditano.