“La Torre del Reloj se presenta como foco visual de gran magnitud, encajado en el último tramo de la antigua calle Espartero que comunica la parte baja de la ciudad, próxima al río y al puente, con la zona alta de la Plaza Mayor, de forma sinuosa, empinada y algo estrecha. Una vez traspasado el arco que se ofrece al final de la pendiente, por debajo de la Torre se accede a la Plaza Mayor”

Chiclana de la Frontera. Geografía, Historia, Urbanismo y Arte”, Domingo Bohórquez

Epicentro del pueblo, la plaza Mayor de Chiclana de la Frontera se llama, en realidad, plaza de San Juan Bautista, en honor a la iglesia mayor -que ya a principios del siglo XVI- conoció una primitiva versión en este mismo emplazamiento; aunque, como se sabe, la versión catedralicia del templo, de estilo neoclásico, se levantó en plena Ilustración. La Baja Edad Media sería el período donde se empezó a configurar la ciudad: solamente a nivel poblacional llegó a crecer un 123 por ciento. En cuanto a territorio, la expansión de la villa se producirá alrededor de fundaciones religiosas como la de los agustinos ermitaños, que en 1577 levantan el convento de San Martín (en la iglesia del mismo nombre) y las ermitas de la Vera Cruz, Soledad y San Telmo; relevante fue igualmente el Hospital de San Martín, en la calle Corredera (el actual colegio del Niño Jesús).

San Juan Bautista (1776), la citada Torre del Reloj (1759) y, por supuesto, la Casa Briones (último tercio del siglo XVIII), conforman la concentración monumental de la plaza Mayor chiclanera (los dos primeros son BIC, es decir, están catalogados como Bien de Interés Cultural). A finales del siglo XX y principios del siglo XXI el Ayuntamiento comenzó un proceso de ampliación de este emplazamiento, procediendo a expropiar dos manzanas completas de residencias que se levantaban delante de la iglesia mayor; así fue como la plaza Mayor sumó metros cuadrados… e incrementó la perspectiva del templo.

Barrio de San Juan Bautista

El primer templo dedicado al Bautista determinó la génesis del barrio y su denominación. Es, además, por su antigüedad, “uno de los lugares que suscitan más interés dentro del casco histórico de chiclana”, aseguran dos grandes conocedores de la villa, Manuel Meléndez Butrón y Francisco Javier Yeste Sigüenza, autores de “Calles y plazas de Chiclana de la Frontera (Nomenclatura histórica desde 1700)”. Puntualizan que, aunque la plaza de San Juan Bautista se llama oficialmente así desde 1984, el chiclanero medio -es decir, cualquier chiclanero- la conoce como plaza Mayor. Como veremos más adelante, y a pesar de la cantidad de nombres por los cuáles se ha conocido este punto de la villa, el de plaza Mayor ha sido el más popular.

Según Butrón y Yeste Sigüenza, la plaza “fue en su día centro neurálgico de la Chiclana del XVIII y XIX” puesto que allí se encontraba el Cabildo desde el primer cuarto del siglo XVII. Hay que pensar que el Cabildo Municipal, en el Antiguo Régimen, era el garante del orden en muchos aspectos. Domingo Bohórquez explica cómo “el Ayuntamiento representaba, en esos tiempos, una compleja organización desempeñando indistintamente funciones legislativas, punitivas y jurídicas”. Su remodelación, en torno a 1759, tuvo relación con la construcción de la Torre del Reloj (que finalizó en 1787). La plaza era el espacio público donde se celebraban las festividades de la villa, tanto sacras como profanas. Hablamos, claro está, de eventos religiosos y de la fiesta taurina. Como es universalmente sabido, la tauromaquia fue durante siglos la fiesta por antonomasia en Chiclana. En este sentido -afirma Bohórquez- tanto José Cándido como su hijo, Jerónimo José Cándido, fueron seminales y crearon escuela.

Historia de un nombre

En 1780, la plaza chiclanera cambió su nombre por vez primera y pasó a llamarse Plaza pública; un lustro más tarde vuelve a ser bautizada como plaza Mayor. El rótulo de este espacio público fue alternando estas denominaciones hasta 1795, momento en el que adquiere una nomenclatura más genérica (un escueto “Plaza”). Los chiclaneros siguieron llamándola plaza Mayor -como hacen hoy en día-, mientras que los políticos continuaron cambiándole el nombre: Plaza de la Libertad en 1868 (durante La Gloriosa), y ¡Plaza Garibaldi! en 1873. ¿Y a qué venía este homenaje al patriota italiano Giuseppe Garibaldi? Butrón y Yeste Sigüenza no dan explicaciones concretas al respecto. Se refieren, simplemente, a un “homenaje”.

La Primera República española (1873-1874), dado su carácter efímero, supone un nuevo título para la plaza, que vuelve a ser conocida por la popular plaza Mayor… hasta 1887, año en que se establece que será conocida como plaza de San Juan Bautista. Así se llamará de manera oficial, salvo en los años de la Segunda República. Un 18 de junio de 1931 se decidió rendir tributo al fundador del Partido Socialista Obrero Español; de esta forma, la plaza San Juan Bautista pasó a llamarse, en tiempos republicanos, plaza Pablo Iglesias. Después del golpe de Estado del general Francisco Franco, la plaza volvió a ser la del Bautista, si bien el subtítulo de “Plaza Mayor” nunca desapareció. Hasta hoy.

Su protagonismo no cedió hasta que, llegado el siglo XX y con la ciudad expandiéndose cada vez más hacia la zona baja, la población chiclanera empezó a moverse y a transitar por otros barrios; aquél se convirtió en un lugar poco transitado, de hecho. En esos tiempos, a la plaza Mayor se iba a probar suerte con el jornal, puesto que allí marchaban los capataces a buscar mano de obra; tiendas y establecimientos (como la barbería de Virginio García Muñoz) eran, por ejemplo, punto de encuentro de encargados y obreros (además de los bares que había por allí). Cada día acudían los chiclaneros por si eran escogidos para la jornada: la filiación sindical y el “carácter” de cada cual eran determinantes para encontrar trabajo. Los rebeldes con causa lo tenían complicado.

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Plaza Mayor, Chiclana

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