Como sabemos, la singularidad de un espacio natural es digna de protección. En el caso de las Marismas de Sancti Petri -­en Chiclana de la Frontera-­, la figura que reconoce esta singularidad es la de Paraje Natural (fue declarado así el 28 de julio de 1989); un humedal que se extiende por 170 hectáreas (un 0,82% de la superficie del término municipal de Chiclana); en este caso, ubicado dentro de un territorio más grande, el Parque Natural Bahía de Cádiz. El valor paisajístico y ecológico de las marismas es altísimo: a diferencia de otras unidades medioambientales similares, no ha sido explotada como salina. Su condición de isla, así como la masa forestal que atesora -­el Pinar del Coto de la Isleta, algo más elevado-­, conforma una estampa que remite a tiempos remotos, con la bahía gaditana como paisaje natural dominante. Ecológicamente, la importancia de estas aguas es indudable, sobre todo para la avifauna y el alevinaje de diversas especies de peces: algunas de ellas raras y escasas.

Localizado en la llamada zona de reserva A del parque -­al sur de la Bahía de Cádiz y al oeste de Chiclana-­, junto al Paraje Natural Isla del Trocadero, el Paraje Natural de las Marismas de Sancti Petri es de accesibilidad más bien limitada. Eso sí, hay que partir de Chiclana para alcanzar el humedal, que fluye entre San Fernando, Chiclana y Puerto Real. Entre las aves reproductoras de la bahía que por allí se divisan están la gaviota patiamarilla, el chorlitejo patinegro, la avoceta común, la cigüeña común o el charrancito común (la totovía, la cigüeña blanca y el buitrón son otras aves típicas de la zona).

Paraje Natural de las Marismas de Sancti Petri

Parada migratoria

La marisma de Sancti Petri es vital para las aves acuáticas (tanto en sus rutas migratorias como en sus estancias invernales). Estratégicamente situada entre el estrecho de Gibraltar y el Parque Nacional de Doñana, es indispensable en la llamada cadena trófica (es decir, en la alimentación de éstas); las aves paran en las aguas libres para conseguir alimento y descansar. También realizan la puesta y la cría: ocurre con las aves limícolas (costeras o ribereñas como el chorlito, la avefría o la chocha), las gaviotas y otras especies marinas como las estérnidas. Es por este motivo que resulta un enclave magnífico para el avistamiento de aves, tanto nidificantes como de paso; tanto es así que el área ha sido declarada en la Directiva 79/409 como Zona de Especial Protección para Aves (ZEPA). Paseando por la Punta del Boquerón ­Monumento Natural­ se obtiene una panorámica muy completa de la extensión húmeda.

Resulta especialmente destacable la interacción que se produce entre ecosistemas diferentes, en estos serenos y a su vez dinámicos caños de agua marítimos: el diálogo que entablan el ecosistema marino (basado en marismas mareales, esteras y aguas libres) y el terrestre, compuesto por un cordón de dunas litorales con pinos piñoneros (de ahí la abundancia de especies de peces, aves e invertebrados existentes). La influencia de los mares, la suavidad del clima mediterráneo y la circulación fácil de las aguas son determinantes. Poblaciones de crustáceos y moluscos, por ejemplo, se sienten cómodas aquí como para acometer la cría y alevinaje. La biodiversidad, pues, está servida: fauna, población aviar y vegetación halófila (típica de terrenos donde abundan las sales).

Tipos de marea

En el “Catálogo de recursos asociados al Parque Natural Bahía de Cádiz”, elaborado por la Cátedra de Emprendedores de la Universidad de Cádiz, se habla precisamente de los ecosistemas marismeños  ­-concretamente, de los que existen en el Parque Natural Bahía de Cádiz-­ como unos territorios articulados que siguen “un gradiente de altitud que también puede ser entendido como una sucesión ecológica desde los ambientes marinos hacia los terrestres; sucesión que se ve favorecida por el alto dinamismo que caracteriza a este tipo de ecosistemas”. La vegetación está asociada a la unidad ambiental determinada. Esas unidades ambientales ­-en el caso de las marismas naturales-­ están a distintos niveles del mar: pueden ser zonas inundables en cada marea, o menos inundables. Hay autores que toman términos originarios de provincias holandesas como Zeeland (que en neerlandés significa ‘país de mar’) para describir las marismas: concretamente ‘slikke’ y ‘schorre’.

Paraje Natural de las Marismas de Sancti PetriAsí, el nivel medio que alcanza la marea en los llanos intermareales determina la zonación y los límites entre el ‘slikke’ ­-definida desde el punto de vista hidrográfico y sedimentológico como la zona inundable en cada marea­, y el ‘schorre’, que constituye la llanura mareal superior (la que solamente puede inundarse con mareas de aguas vivas). La inundación de cada zona depende de la marea (en el caso de las llanuras mareales superiores, solamente podrán ser cubiertas por tempestades); la frecuencia de esas inundaciones, así como las condiciones de salinidad y la estructura del suelo, son las que permiten el crecimiento de una vegetación específica.

La comunidad vegetal

La compleja red de caños y canales por la que penetra el agua salina (durante la creciente de las mareas) son las que forman marismas naturales como la del Paraje Natural de las Marismas de Sancti Petri. Éstas presentan diversos ambientes sedimentarios: se trata de llanuras mareales que se encuentran a diferentes niveles sobre el mar. Pero, ¿cómo es la comunidad vegetal del caño de Sancti Petri? Fundamentalmente, la flora del Paraje Natural que rodea el caño está compuesta por plantas capaces de resistir altos niveles de salinidad, adaptadas a las condiciones cambiantes del lugar (propias de las oscilaciones mareales, claro está). Ejemplos de ellas son los almajos (Suaeda maritima) o las verdolagas (Portulaca oleracea).

Detalladamente, hay que destacar que en el ‘slikke’ (o llanura inundable) la vegetación acuática está formada por algas (clorofitas, rodofitas y feofitas), fanerógamas marinas (Cymodocea nodosa, Zostera noltii, Z. marina), y plantas halófilas (Spartina maritima). Por su parte, en la la zona sumergida o submareal hay clorofitas como la Caulerpa prolifera y la Ulva lactuca; aparecen, además, un gran número de algas rojas y -­en menor medida-­, algas pardas como la Fucus spiralis. En el ‘slikke’ bajo, por otro lado, son características las praderas de brozas (Zostera noltii), amén de variados grupos de epífitas (o plantas dependientes, como los musgos) que la utilizan como soporte. Estas marismas son ricas en algas como las Enteromorpha linza o Codium tomentosum.

Cuando el terreno se eleva ­-suavemente, en cualquier caso-­, existen parajes donde no se aprecian plantas enraizadas (no así una multitud de algas microscópicas y unicelulares que pertenecen básicamente al grupo de las diatomeas pennadas). En cuanto al área que se aleja más del flujo de marea, habría que destacar la presencia de la gramínea Spartina marítima. Los límites de esta unidad solapan con los del ‘schorre’, por lo que presentan muchas especies comunes.

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