Casa Palacio del Conde del Pinar: Información, fotografías, historia… En el centro de Chiclana, en la Calle Fierro, una maravilla arquitectónica


La arquitectura señorial de la Bahía de Cádiz debe mucho a monumentos como el Palacete del Conde del Pinar, uno de los más hermosos para visitar y hacer turismo en Chiclana de la Frontera. En primer lugar, como ejemplo del más estilizado Neoclasicismo, sembrado de detalles barrocos. En segundo lugar, porque es un vestigio de lo que fue la villa gaditana en el tránsito del siglo XVII al Siglo de las Luces, tan determinante en el devenir chiclanero. Momento en el que el comercio con el Nuevo Mundo atraía a personajes que, seducidos por las posibilidades de negocio con América, descendían a tierras sureñas en busca de su particular ‘eldorado’. Ocurrió con Marcos del Hierro. Hablamos del artífice del palacete del Conde del Pinar, localizado en una de las calles más largas y populares del barrio de la Constitución, en la confluencia con la plaza de España. Pertenece a la serie de casas nobles que los personajes afincados en la villa gaditana fueron levantando. Especialmente en la segunda mitad del siglo XVIII.

Reformada en distintas ocasiones y destinada a diversos usos -como equipamiento cultural del Ayuntamiento o, en los últimos años, colegio público-, esta elegante residencia conserva gran parte de su esencia, puramente neoclásica y dieciochesca. En el exterior presenta una fachada alta que consta de tres plantas estructuradas a partir de pilastras de piedra (entre las que se sitúan los huecos exteriores). Como no, la piedra ostionera de la bahía es el material utilizado para la planta baja.

La portada principal -colocada en las cercanías de uno de sus extremos-, se organiza en dos plantas de altura y se realza con un precioso ornamento barroco que rodea la entrada al palacete. El patio interior central (de planta cuadrada y compuesto por columnas y solería marmórea), así como la escalera de acceso al piso superior, destacan por su belleza y originalidad.

Marcos de Hierro

Fue desde Saint Maló -lugar de nacimiento- donde Marcos del Hierro emprendió su camino, recalando en la villa de Chiclana para exportar en galeones y flotas, desde antes de 1729, prácticamente de todo (aceite, productos industriales, quintales de hierro, etcétera). Marcos y su primogénito (Juan Sebastián del Hierro) “actuaron como cosecheros a través de las 2.463 arrobas de aguardiente que salieron de la villa de Chiclana para ser embarcadas en la flota de 1720”, según la historiadora Margarita García Mauriño-Mundi ha puesto por escrito en su libro sobre la pugna entre el consulado gaditano y los llamados jenízaros por las exportaciones a las Indias. El futuro aristócrata se convirtió en comisionista de las principales casas de armadores establecidas en Francia, y se asoció con jenízaros -hijos de padres que tenían distinta nacionalidad- como Pedro Furnex Clarión.

Finalmente, lo consiguió. “Logró una sólida posición económica, como lo evidencia el legado que dejó a sus herederos”, apunta García Mauriño-Mundi. Bienes muebles e inmuebles, tanto en Cádiz como en Chiclana y en América. El ascenso social, imparable, se traducía en lo que se llegó a inventariar -tan solamente- en la villa chiclanera: menaje, plata labrada, haciendas, ganados, frutos… Eso sí, la guinda del pastel sería el título nobiliario. Perteneció a ese grupo de prohombres que, gracias a su éxito económico, pudieron literalmente comprar sus títulos. María del Mar Felices de la Fuente analizó en 2012 la historia de esta nueva nobleza aparecida en España y América entre 1701 y 1746, marcada por la venalidad: los títulos nobiliarios estaban en venta. Parece que el cargador a Indias consiguió ser conde del Pinar en 1735 y sin haber realizado grandes servicios a la Corona o reunir méritos suficientes, asegura Felices de la Fuente.

Así pues, el conde del Pinar echó raíces en Chiclana e invirtió sus bienes aquí, comprando casas en la que, a partir de 1846, se llamaría calle Fierro en su honor. Manuel Meléndez Butrón y Francisco Javier Yeste Sigüenza, en su “Calles y plazas de Chiclana de la Frontera (Nomenclatura histórica desde 1700)”, lo cuentan con más detalle. Así, el conde se hizo con parcelas de las calles Martín Esteban -el nombre de la calle Fierro por aquel entonces, dedicada a un presbítero de la iglesia de San Juan Bautista-, y De la Fuente, para levantar la que iba a ser su mansión en el pueblo. Igualmente, adquirió las propiedades que había situadas justo enfrente del enorme palacete: la idea era crear en aquel espacio una plazoleta para realzar la soberbia fachada que pensaba edificar.

Preocupado por la extinción de la estirpe -su hijo había fallecido al otro lado del océano-, nuestro protagonista fundó un mayorazgo en 1732 en favor de su nieto, Marcos Joseph del Hierro. Estableció, por otro lado, que en caso de que éste no tuviera descendencia, el capital familiar fuera a recaer en el convento de San Agustín de Chiclana y el Hospitalito de Mujeres en Cádiz. A partes iguales. El hecho de que este conocido comerciante contrajera matrimonio con una lugareña en 1695 había sido definitivo. Doña Juana Blasco de Aragón, chiclanera, fue la compañera de un hombre importante de Chiclana que tiene su historia propia en el barrio de la Constitución. Bien que la representa su palacete, el del conde de Pinar.

Fotografías: cadizpedia.wikanda.es

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