Los deportistas chiclanero no conocen límites. Así lo han demostrado José Manuel Moreno Periñán y Alberto Benítez, quienes lejos de conformarse con los terrenos de juego o los pabellones deportivos se aventuraron en el desierto para tomar parte en el desafío extremo de la prueba ciclista conocida como ‘Titan Desert’.
La aventura comenzó hace meses cuando ambos deportistas se armaron de valor y comenzaron a prepararse de cara a esta dura prueba. Durante un mes entero los dos ciclistas chiclaneros se entrenaron en carretera, sabiendo que las condiciones de la carrera serían mucho más duras que las que les ofrecían los circuitos de práctica. Recorrieron cada día 150 kilómetros, incluyendo pronunciadas subidas que les ayudasen a mejorar su rendimiento con el objetivo de acometer la prueba con opciones de quedar entre los 70 primeros, de los 379 participantes que tomarían la salida.
Sin embargo, la ‘Titan Desert’ le iba a plantear problemas mucho más allá de las duras condiciones de la carrera. Tal y como declaraba Alberto Benítez, «Hasta ahora, al llegar a una carrera yo sólo me había tenido que preocupar de dar pedales, pero esta vez todo ha sido muy diferente, porque todo lo hemos hecho nosotros. Antes llegabas a un hotel, con la comida prevista, el mecánico, el masajista y todo el equipo. Ahora hemos llegado a una haima y nosotros nos lo hemos tenido que preparar todo, la bici, la comida…Y, además, contábamos con una ducha de tres minutos al día».
En los días previos a la prueba, los deportistas tuvieron que enfrentarse a momentos muy difíciles. Ambos ciclistas relataban cómo tuvieron que superar una tormenta de arena en la jornada anterior al inicio de la prueba. «Cuando salimos por la mañana no se veía nada, era como cuando aquí sopla el Levante, pero peor. El campamento del equipo estaba a nueve kilómetros y tardamos 45 minutos en llegar. Una vez allí, nos encontramos con una cuarta de arena en las camas y con todo lleno de polvo, las maletas, la ropa y la comida”.
Una vez que tomaron la salida, los deportistas de Chiclana pudieron comprobar de primera mano las diferencias abismales entre una prueba ciclista convencional y este tipo de desafíos. José Manuel Periñán explicaba como «Esto no es como la competición en carretera. Nosotros estamos acostumbrados al compañerismo y al respeto en el pelotón, donde también tenemos en cuenta a los ciclistas de otros equipos. Aquí no se mira nada y eso provocó que tuviera una caída bastante aparatosa». A lo que su compañero Alberto añadía que «no había coche de equipo, el único que lo llevaba era Roberto Heras, y nosotros lo teníamos que hacer todo».
En definitiva, se ha tratado de una experiencia que ha puesto al límite la capacidad de resistencia y superación de ambos ciclistas, tal y como atestiguan las marcas de caídas y abrasiones que todavía permanecen en sus cuerpos. Sin embargo, estos dos deportistas chiclaneros aseguran que han podido aprender mucho de cara a futuras ediciones, ya que están decididos a repetir la experiencia el año que viene.